Benín, tierra del vudú y de culturas ancestrales

Por Haddad Bonou

Benín es un país ubicado en el golfo de Guinea y es considerado como la cuna del vudú y de las culturas ancestrales. El vudú, por ser una de las religiones oficiales, es practicada habitualmente por más de 30 millones de personas en todo el golfo de Guinea y atraviesa con determinación los rincones de todo Benín; a pesar de sus miles de años de antigüedad, su práctica sigue muy activa.

Según los dichos ancestrales, el vudú tiene un único objetivo: hacer el bien y proteger del mal. Curiosamente y, en parte debido a leyendas negras extendidas en la historia, son las personas ajenas al vudú las que piensan que éste existe para dañar al prójimo.

Al igual que en otras religiones, en el vudú, el llamado mundo natural y el sobrenatural se enlazan dejando muy difusa la barrera entre el mundo de los vivos y de los muertos.  Teniendo una población de 10 millones de personas, Benín es el hogar espiritual del vudú, una religión centrada principalmente en la devoción a los espíritus, abarcando desde el poder de las deidades mayores que gobiernan la naturaleza y la sociedad hasta los espíritus menores de los ríos, los árboles y las rocas. «El vudú es algo que se adora en las casas, en los templos, en ceremonias cerradas a los adeptos de cada divinidad».

¿Cuál es el papel de la mujer en el dominio del vudú?

Según las prácticas tradicionales, el papel central de los rituales ha sido a menudo reservado para los hombres. Pero a pesar de ello, en el vudú las mujeres tienen un papel clave para la vivencia de la religión, pues en ellas se encarnan las fuerzas espirituales de todo aquello que se materializa, incluso las divinidades inaccesibles.  

«En el culto del vudú, es importante recordar que son las mujeres quienes poseen en la sombra el secreto de varios rituales. La mujer mantiene siempre un lugar destacado en el mundo del vudú. Además, representa la luz y, sin su intervención, los rituales no pueden tener éxito. En todo caso, es necesaria al menos su presencia», explica Ginette Fleure Adande, periodista beninesa.

En el vudú, no se habla de muerte, sino de viaje. Aquel que se marcha queda transformado en un elemento de la naturaleza diferente, fortaleciendo de esta manera un vínculo irrompible entre el ser humano y el entorno que le rodea. Asimismo, la continuación de esta tradición se va abriendo camino dentro de las comunidades en base a una relación hereditaria y de respeto.

El vudú tiene como representación fundamental los cuatro puntos elementales del mundo. Cada uno de estos cuatro elementos va ligado a una divinidad concreta de la tradición religiosa:

  • La divinidad Hêbiosso (Dios del fuego)
  • La divinidad Sakpata (Dios de la tierra)
  • La divinidad Oro (Dios del aire)
  • La divinidad Tohossou (Dios del agua)

De igual manera, también podemos encontrar otras divinidades menores que desempeñan un papel muy relevante a nivel cultural.

 La divinidad Egun (Espíritu de la muerte)

El vudú Egun representa el espíritu de la muerte presente entre los vivos. Es el encargado de proteger a las poblaciones contra los espíritus malignos otorgando sus bendiciones a quienes lo necesitan. Es uno de los protectores de la selva.

La divinidad del Zangbéto (Guardián de la noche)

El vudú Zangbeto o guardián de noche es una divinidad protectora de las comunidades tras la caída del sol. Con el tiempo su lugar en la tradición religiosa cambió a la inversa: hoy es sabido que los Zangbéto salen de día al encuentro de la población durante el desarrollo de sus rituales cotidianos.