Calima y compromiso en Benín

Dispensario de Kpakpame

Hace aproximadamente dos años, los habitantes de la zona de Kpakpame, cuyas casas son tambaleantes estructuras de barro en uno de los países más empobrecidos del mundo*, lograron unirse para donar seis hectáreas de terreno a la congregación de las Dominicas de la Anunciata. La petición era clara y sincera: que del polvo de aquella tierra hicieran florecer un centro médico.


Así surgió el dispensario de Kpakpame, que abrió sus puertas en junio de 2018 y ya atiende a cerca de 1.400 pacientes al mes. Su potencial de crecimiento es excepcional, pues para una población de 200.000 habitantes tan solo existe un centro público que no escapa a la corrupción, la falta de equipamiento y los precios inasequibles propios de los servicios sanitarios estatales.

En Fundación Recover quisimos comprometernos con el dispensario y gracias a la colaboración del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid, a Fundación Ordesa y a una donación particular hemos podido dotar a Kpakpame del equipamiento necesario para desarrollar su actividad, del que se benefician sus miles de pacientes y sus 18 empleados: seis enfermeros, seis auxiliares, dos técnicos de laboratorio, un guarda de seguridad, una persona en caja y farmacia y dos ayudantes.

También colaboramos con leche terapéutica para bebés, destinada, por un lado, a nutrir a niños huérfanos y, por otro, a su venta a las madres a un precio muy bajo, de forma que se crea un pequeño fondo que permite seguir comprando leche. Para las madres sin recursos, la leche no tiene coste.

Cristina Lenscak, miembro de la congregación gestora del centro, aterrizó en el continente en 1984 y lleva más de cuatro en Benín. Cuenta que “el 50% de las consultas médicas son de paludismo y la segunda enfermedad más habitual son las de tipo respiratorio. Esto es debido a que, especialmente en el mes de diciembre, hay un polvo del desierto que esta día y noche en suspensión, seguido de infecciones en la piel por el mismo motivo. También hay un gran problema de malnutrición y falta de minerales, como nunca antes había visto en África”.

Por este motivo, se llevan a cabo campañas de promoción de la mujer: una de las hermanas forma a ochos dinamizadoras que, cada día, visitan diferentes comunidades para hablar de distintos temas: medidas de primeros auxilios, higiene, nutrición infantil, deshidratación, cómo potabilizar agua…

 
Viaje para el desarrollo

Chus de la Fuente, nuestra directora, viajó a la zona la penúltima semana de febrero en el marco del II Foro Benín, donde pudimos afianzar relaciones. “Allí visitamos el dispensario, acompañamos las campañas de promoción de la mujer rural y, mientras, nos hablaron de niños soldado, de intereses económicos por el control de los recursos, de venta de armas, de derechos infantiles, de legislación laboral, y nos invitaron a seguir trabajando juntos, en red, a aprovechar sinergias y a incrementar nuestro impacto.

A la hora de irnos, nos despedimos con tristeza y con cierta nostalgia por separarnos de todos los amigos conocidos, de toda la vida que hemos compartido. Nos llevamos un compromiso fuerte por seguir apoyando esta realidad tan diversa y, sobre todo, nos acompaña la esperanza de ver este sueño cumplido.”

Y es que allí, entre los poblados de la comarca de Zou, te acoge el fon, una de sus lenguas indígenas, mientras observas las diferencias culturales que a veces resultan sobrecogedoras: adolescentes casadas y madres, venta de niños, vudú o índices de alfabetización alarmantemente bajos, especialmente entre las niñas.

Salimos de un Benín donde, si bien hay doce horas de luz, no es fácil ver el sol. La calima cubre el aire con su arena en suspensión y los amaneceres nublados no dejan más que entrever algún que otro rayo tímido que se escapa entre el calor y la humedad. Otras veces, sin embargo, llueve.

Y allí, frente al mar, frente a la puerta del no retorno por la que salieron más de tres millones y medio de africanos que fueron vendidos como esclavos, tratamos de dejar nuestra huella en Benín, con el objetivo de seguir trabajando, juntos, para que el lugar donde nacemos no determine la salud que vamos a tener.

*Puesto 163 en el Índice de Desarrollo Humano sobre un total de 189 países